El primer ministro canadiense Justin Trudeau emprendió una misión diplomática crucial al reunirse con el presidente electo Donald Trump en la opulenta finca Mar-a-Lago en Florida. La reunión no anunciada se produce en un momento en que las tensiones son altas debido a la propuesta de Trump de imponer un arancel del 25% sobre los bienes de Canadá y México. Las discusiones tenían como objetivo desactivar las crecientes disputas comerciales, que han sido provocadas por preocupaciones sobre la inmigración ilegal y el tráfico de drogas.
El viernes por la noche, Trudeau llegó a Palm Beach, acompañado por el ministro de Seguridad Pública Dominic LeBlanc y su jefa de gabinete, Katie Telford. La cena de alto riesgo reunió a figuras clave del equipo de transición de Trump, incluidos el nominado para secretario de Comercio Howard Lutnick y el elegido como asesor de seguridad nacional, el representante de Florida Mike Waltz.
La amenaza de arancel de Trump, anunciada en su plataforma Truth Social a principios de la semana, envió ondas de choque a través del comercio norteamericano. «¡Este arancel permanecerá en vigor hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los inmigrantes ilegales detengan esta invasión de nuestro país!» declaró Trump. Tal movimiento representa una continuación de la postura agresiva de su administración sobre el comercio, que resultó en la renegociación del TLCAN en el T-MEC durante su primer mandato.
Los aranceles propuestos plantean preguntas significativas sobre su compatibilidad con el acuerdo T-MEC. Muchos bienes de Canadá y México actualmente disfrutan de exención de aranceles bajo las disposiciones del T-MEC. Sin embargo, el plan de Trump pone en duda la futura alineación de tales medidas con el acuerdo.
En una conferencia de prensa celebrada antes de su visita, Trudeau enfatizó las posibles consecuencias de los aranceles propuestos por Trump. Expresó su preocupación de que, si se implementaran estas medidas, no solo perjudicarían a los canadienses, sino que también llevarían a un aumento de precios para los ciudadanos estadounidenses, al tiempo que impactarían negativamente a la industria y los negocios estadounidenses.
La visita de Trudeau siguió a una breve llamada telefónica con Trump a principios de la semana, durante la cual discutieron temas de seguridad fronteriza y comercio. Trudeau describió la conversación como «buena», pero reconoció la seriedad de las amenazas arancelarias de Trump, enfatizando la necesidad de atención inmediata.
Canadá se mantiene como el mayor socio comercial de Estados Unidos, exportando la asombrosa cifra de $482 mil millones en bienes y servicios a su vecino del sur en 2023, según el Servicio de Investigación del Congreso. La posible imposición de aranceles podría interrumpir las cadenas de suministro e imponer cargas financieras a consumidores y empresas en ambos lados de la frontera.
Mientras Trudeau buscaba un enfoque diplomático para abordar estas preocupaciones, México ha señalado una postura más confrontativa. La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, quien también participó en conversaciones con Trump esta semana, negó rotundamente haber acordado cerrar la frontera entre EE. UU. y México, como afirmó Trump. Advertió que México retaliaría con contrarrestos arancelarios si se enfrenta a medidas unilaterales por parte de Estados Unidos.
La posición inquebrantable de Trump ha generado críticas del presidente saliente Joe Biden, quien calificó el plan arancelario como «contraproducente», expresando su preocupación por el posible daño a las relaciones entre Canadá, México y Estados Unidos. Biden enfatizó la importancia de mantener asociaciones comerciales estables, particularmente con aliados vecinos.
A medida que Trudeau participaba en discusiones durante la cena con Trump y su equipo en Mar-a-Lago, reiteró el compromiso de Canadá de fomentar lazos bilaterales fuertes. Trudeau expresó optimismo sobre la posibilidad de trabajar juntos para abordar preocupaciones y encontrar soluciones a problemas urgentes. Sin embargo, el camino a seguir sigue siendo incierto en medio de temores de que el plan de tarifas de Trump podría deshacer años de cooperación económica e iniciar guerras comerciales perjudiciales con aliados clave.
En conclusión, la reunión de Trudeau con Trump en Mar-a-Lago sirvió como un momento crucial en los intentos de desactivar las crecientes tensiones en torno a las disputas comerciales entre Canadá y los Estados Unidos. Ambos líderes han reconocido la urgencia de encontrar un terreno común en medio de preocupaciones sobre la inmigración ilegal y el tráfico de drogas. El resultado de sus discusiones sin duda tendrá implicaciones de gran alcance para las relaciones comerciales norteamericanas, la estabilidad de las cadenas de suministro y el bienestar económico general de ambos países.