El arsenal nuclear de Rusia ha sido durante mucho tiempo un punto de preocupación global, y los desarrollos recientes solo han intensificado el escrutinio. En la última escalada de su conflicto en curso con Ucrania, Rusia lanzó el nuevo misil Oreshnik, un arma capaz de portar ojivas nucleares, lo que señala un avance significativo en las capacidades de armas estratégicas del país. El uso de misiles tan avanzados, junto con el arsenal nuclear más amplio de Rusia, plantea preguntas importantes sobre las posibles ramificaciones globales de sus estrategias militares.
A partir de 2023, Rusia y EE. UU. juntos poseen casi el 90% de las armas nucleares del mundo, con Rusia teniendo aproximadamente 5,580 ojivas—casi la mitad del total del arsenal nuclear mundial. Esto posiciona a Rusia como la principal potencia nuclear a nivel global, superando a cualquier otra nación en términos de la cantidad total de ojivas. El Servicio de Investigación del Congreso de EE. UU. informa que Rusia actualmente despliega alrededor de 1,710 ojivas a través de su tríada nuclear estratégica, que incluye misiles balísticos intercontinentales (ICBMs), misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBMs) y bombarderos estratégicos.
El misil Oreshnik, una adición reciente al arsenal de Rusia, es un desarrollo significativo. Presentado como parte de un conjunto más amplio de pruebas de misiles, el Oreshnik es un misil balístico de alcance intermedio capaz de llevar ojivas nucleares. Según el presidente Vladimir Putin, el Oreshnik viaja a velocidades de Mach 10 (aproximadamente 2.5-3 kilómetros por segundo), lo que lo hace casi imposible de interceptar para los sistemas de defensa aérea actuales. Si bien el uso reciente del misil en un ataque convencional no involucró ojivas nucleares, los expertos militares sugieren que puede ser fácilmente equipado con ellas en futuros enfrentamientos, añadiendo otra capa de incertidumbre a la estrategia nuclear de Rusia.
Los misiles estratégicos de Rusia se complementan con una variedad de sistemas de armas avanzadas. El RS-24 Yars, un misil balístico intercontinental (ICBM), tiene un alcance de aproximadamente 12,000 kilómetros y es capaz de llevar múltiples vehículos de reentrada independientemente dirigibles (MIRVs). Estos MIRVs permiten que un solo misil apunte a múltiples ubicaciones simultáneamente, mejorando enormemente su efectividad. De manera similar, el RS-28 Sarmat, o «Satan 2», es un nuevo misil que cuenta con un alcance de hasta 18,000 kilómetros y puede llevar cabezas nucleares. El Sarmat está diseñado para abrumar los sistemas de defensa de misiles, convirtiéndolo en uno de los elementos más formidables de las fuerzas nucleares de Rusia.
Además de las armas nucleares tradicionales, Rusia está invirtiendo fuertemente en tecnología hipersónica. El Avangard, un vehículo de planeo hipersónico, puede alcanzar velocidades de hasta 32,000 kilómetros por hora, y puede maniobrar para evitar la interceptación, lo que lo convierte en un componente particularmente peligroso de la disuasión nuclear de Rusia. El Kinzhal, un misil hipersónico lanzado desde el aire, puede ser desplegado desde aviones de combate MiG-31 y tiene un alcance de hasta 3,000 kilómetros. En el frente naval, el misil Tsirkon (Zircon) amplía las capacidades hipersónicas de Rusia, ofreciendo un alcance de 1,000 kilómetros para atacar tanto objetivos navales como terrestres.
El sistema de disuasión nuclear de Rusia no se limita a los sistemas terrestres y aéreos. El arsenal nuclear basado en submarinos del país, compuesto principalmente por el misil balístico lanzado desde submarinos Bulava, tiene un alcance de 8,000 kilómetros y juega un papel crítico en el mantenimiento de la capacidad de segundo ataque del país, asegurando que Rusia pueda retaliar incluso después de un primer ataque nuclear. Además, la flota de bombarderos estratégicos de Rusia, como el Tu-95MS y el Tu-160, sirve como sistemas de entrega para misiles de crucero con cabeza nuclear, diversificando aún más sus opciones de ataque nuclear.
Mientras que las armas nucleares estratégicas de Rusia dominan los titulares globales, el país también mantiene un stock significativo de armas nucleares tácticas. Estas ojivas más pequeñas, listas para el campo de batalla, pueden ser entregadas por aviones, artillería y misiles de corto alcance como el Iskander-M, que tiene un alcance de hasta 500 kilómetros. Aunque son menos transparentes que las fuerzas nucleares estratégicas de Rusia, estas armas tácticas juegan un papel vital en la estrategia de defensa regional de Rusia y contribuyen a la postura general de disuasión del país.
La escala y el alcance del arsenal nuclear de Rusia destacan su énfasis continuo en la disuasión nuclear como un elemento central de su doctrina militar. En los últimos meses, el presidente Putin ha reiterado la importancia de las armas nucleares en la estrategia de defensa de Rusia, particularmente ante la guerra en curso en Ucrania. Los cambios en la doctrina nuclear de Rusia, incluida la posibilidad de una respuesta nuclear a ataques no nucleares en suelo ruso, solo han amplificado los temores de una posible escalada nuclear.
La comunidad global permanece en vilo mientras Rusia continúa modernizando y expandiendo sus capacidades nucleares. Con la reciente presentación del misil Oreshnik y las pruebas en curso de armas hipersónicas avanzadas, está claro que Rusia se está posicionando como una potencia nuclear dominante. Las implicaciones de estos desarrollos van mucho más allá de los conflictos regionales, ya que la comunidad internacional lidia con el potencial de nuevas carreras armamentistas y los crecientes riesgos de guerra nuclear.