En un caso de espionaje de alto riesgo que subraya la intrincada red de las operaciones de inteligencia modernas, el FBI ha detenido a la nacional rusa Nomma Zarubina bajo cargos de proporcionar información falsa a las fuerzas del orden de EE. UU. y de mantener vínculos con los servicios de inteligencia rusos. Esta arresto conecta a Zarubina con otro espía sospechoso que huyó de Estados Unidos mientras evadía a las autoridades, destacando los persistentes desafíos que enfrentan los esfuerzos de contrainteligencia de EE. UU.
Durante una audiencia en el Tribunal del Distrito Sur de Nueva York a finales de noviembre, el FBI presentó alegaciones de que Zarubina fue reclutada por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) en 2020 y operaba bajo el nombre en clave «Alyssa». Según el FBI, se le encomendó construir una red de contactos entre periodistas y expertos, actuando bajo asignaciones de un oficial del FSB basado en Tomsk, Siberia. Estas actividades formaban parte de una estrategia de inteligencia más amplia para infiltrarse e influir en sectores clave dentro de Estados Unidos.
Zarubina es acusada de engañar deliberadamente a los agentes del FBI en 2021 al negar cualquier conexión con la inteligencia rusa. Contrario a sus declaraciones, la evidencia sugiere que asistió a numerosos foros y reuniones en Europa y Estados Unidos para llevar a cabo sus asignaciones para el FSB. Notablemente, Leonid Volkov, una figura de la oposición rusa en autoexilio, afirmó en Facebook que observó a Zarubina en un encuentro en Washington con sus seguidores en enero de 2023, vinculándola aún más a actividades de inteligencia encubiertas.
El caso también vincula a Zarubina con Elena Branson, también conocida como Chernykh, quien dirige el Consejo Coordinador de los Compatriotas Rusos en los Estados Unidos. Branson fue acusada en 2022 por participar en actividades ilegales en nombre de la inteligencia rusa y posteriormente huyó de EE. UU., residiendo supuestamente en Rusia. Branson ha sido identificada como mentora de Zarubina desde 2016, lo que indica una influencia y colaboración sostenidas entre ambas.
Zarubina ha sido liberada bajo una fianza de $25,000, sujeta a estrictas condiciones que le prohíben salir de Nueva York, contactar a funcionarios rusos o retener su pasaporte. Aunque afirma que su fianza fue asegurada por un tercero, la identidad de este garante permanece sin revelar. A pesar de su activa presencia pública, incluida su participación como experta en conferencias como el Foro de Estados Libres de la Post-Rusia, Zarubina mantiene su inocencia. En una entrevista con RFE/RL’s Siberia.Realities, negó haber trabajado como agente del FSB, pero admitió haber sido contactada por la inteligencia rusa a finales de 2020. Zarubina describió haber sido coaccionada a una reunión con oficiales del FSB en Tomsk, donde se examinó su historial personal, lo que llevó a su involucramiento monitoreado.
Su defensa destaca una narrativa compleja de cooperación y coerción, sugiriendo que sus interacciones con el FBI en abril de 2021 fueron intentos genuinos de ayudar a las autoridades estadounidenses. «Pensé que teníamos buenas relaciones; les estaba ayudando. No esperaba que usaran mi información en mi contra», declaró Zarubina, expresando miedo a represalias por parte de la inteligencia rusa. Ella sostiene que su cooperación era desconocida para los operativos rusos, enmarcando la situación como un acto de traición a los ojos de su patria.
El caso de Zarubina ejemplifica las líneas difusas entre la colaboración y la subversión en el espionaje contemporáneo. Sus supuestos roles duales con las agencias de inteligencia rusas y estadounidenses reflejan la naturaleza matizada y a menudo opaca del arte del espionaje internacional. La mención de su pasantía en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) y su contacto con activistas de la oposición complica aún más su perfil, sugiriendo una participación multifacética en la maniobra geopolítica.
A medida que avanza el proceso judicial, el arresto de Zarubina sirve como una prueba crítica para el sistema legal de EE. UU. en la atención a las alegaciones vinculadas a actividades de inteligencia extranjera. El resultado de su caso no solo impactará su futuro, sino que también señalará la solidez de las medidas de contrainteligencia de EE. UU. para salvaguardar la seguridad nacional contra la subversión extranjera.
El FBI continúa investigando la extensión completa de las actividades de Zarubina y sus conexiones dentro de la inteligencia rusa, con el objetivo de desentrañar las implicaciones más amplias de su supuesto espionaje. Mientras tanto, la comunidad internacional observa de cerca, consciente de que casos como el de Zarubina tienen ramificaciones significativas para la seguridad global y la lucha en curso contra las operaciones encubiertas de actores estatales hostiles.