El espectáculo teatral conocido como fútbol, que a menudo hemos denominado como el ‘mejor espectáculo de la tierra’, ha alcanzado un inquietante estancamiento. A medida que hemos llegado a la mitad de la temporada de la Premier League, hay un aire de previsibilidad que está haciendo que el espectáculo sea menos atractivo. La emoción de lo impredecible parece haber quedado en un segundo plano, y la liga más rica del mundo está lentamente cayendo en un estado de entropía prematura.
Hace apenas unas semanas, la Premier League era una montaña rusa de fortunas fluctuantes, con giros y sorpresas inesperadas manteniendo a todos en vilo. El punto culminante fue la inesperada derrota del Arsenal contra el West Ham, seguida de la victoria sin esfuerzo del Liverpool sobre el Manchester City. Sin embargo, en lugar de un clímax emocionante, la liga ahora parece estar asentándose en un patrón sombrío y predecible.
Sería un error decir que la carrera por el título ha terminado, pero parece que la conclusión ya ha sido escrita. Se asume que el Liverpool ganará la liga, mientras que los lugares de descenso probablemente serán ocupados por los mismos tres equipos que ascendieron. El Manchester City, a pesar de sus dificultades, se espera que asegure una posición entre los cuatro primeros.
¿Con qué nos deja esto? Una lucha a medias por los dos lugares restantes de la Champions League entre cinco equipos. Es un escenario anticlimático que ya está llevando a los broadcasters a cambiar su narrativa. Bienvenidos a la repetición o venganza de medio nivel, o al casi-super casi-enfrentamiento del domingo.
A pesar de ser el hogar de seis de los diez clubes más ricos del mundo, la Premier League parece atrapada en la mediocridad. La pregunta que resuena en los estadios es simple: ¿por qué estos equipos no están rindiendo mejor? Los equipos no están en crisis, pero hay una notable falta de dinamismo e innovación que es difícil de ignorar.
La liga, a pesar de su grandeza y riqueza, carece de un sentido de excelencia en el campo. Las cumbres competitivas están ausentes, y la pregunta de por qué ha ocurrido esto y si alguna vez cambiará es un tema candente de debate.
La Premier League, nacida del deseo de lucro, parece haber olvidado que el dinero no te hace bueno en el fútbol. Un buen equipo se construye a partir de la lucha, el tiempo y el trabajo en equipo. Eso es lo que conduce a un ciclo virtuoso de éxito y ingresos. Pero en la liga actual, parece que nadie recuerda cómo construir un equipo, o quizás simplemente no tienen el tiempo.
La noción de los equipos de fútbol como un producto ha ganado el debate, pero crear un equipo cautivador es un desafío completamente diferente. El capitalismo puede generar volumen e ingresos, pero se queda corto cuando se trata de crear objetos de alta calidad y belleza.
El estado actual del Chelsea es un ejemplo primordial de esto. Al comparar el rendimiento con el dinero gastado, es, sin duda, el ejemplo más ineficiente de construcción de equipos jamás concebido. Construir un equipo sin entender las complejidades del talento conduce a una colección desorganizada de jugadores que intentan formar una unidad cohesiva.
Este modelo defectuoso es un reflejo de la liga misma. El hambre comercial que ha convertido al Manchester United en una catástrofe deportiva es indicativa de los problemas de la liga. El cortoplacismo y las malas decisiones son la norma en toda la liga.
Un intento de abordar estos problemas ha visto la aparición de ‘entrenadores de filosofía’, prometiendo soluciones rápidas. Sin embargo, estas tácticas a menudo se ven obstaculizadas por la misma avaricia que causó los problemas en primer lugar. La falta de una temporada baja debido a obligaciones comerciales hace imposible implementar nuevos sistemas y patrones.
En última instancia, intentar solucionar problemas sobre la marcha es similar a estudiar a última hora para un examen. La Premier League necesita dar un paso atrás y reconsiderar su enfoque si quiere restaurar la emoción impredecible que una vez la definió.