Honduras ha emitido una advertencia contundente a los Estados Unidos, prometiendo expulsar a las fuerzas militares estadounidenses de su territorio si el presidente electo Donald Trump avanza con su propuesta de deportación masiva de refugiados y solicitantes de asilo centroamericanos. La audaz declaración de la presidenta hondureña Xiomara Castro ha escalado las tensiones, señalando posibles cambios en las relaciones bilaterales de larga data.
«Las Bases Perderán Su Propósito»
En un discurso televisado, la presidenta Castro condenó el plan de Trump, que él describió durante su campaña como el “programa de deportación más grande en la historia de Estados Unidos.” Castro advirtió que cualquier deportación a gran escala que apunte a los migrantes hondureños llevaría a su administración a reconsiderar la presencia militar de EE.UU. en la Base Aérea Soto Cano, ubicada al sur de Comayagua.
La base, un centro clave para la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo, ha estado operativa desde 1983, apoyando misiones humanitarias y de lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, Castro argumentó que el acuerdo beneficia desproporcionadamente a EE.UU., señalando: “Durante décadas, sin pagar un centavo, [EE.UU.] mantiene bases militares en nuestro territorio. En este caso, perderían toda razón de existir en Honduras.”
Consecuencias Políticas y Diplomáticas
El anuncio ha provocado una significativa reacción negativa tanto a nivel nacional como internacional. Los líderes de la oposición en Honduras han acusado a Castro de poner en peligro al país por motivos personales e ideológicos. El candidato presidencial del Partido Liberal, Jorge Cálix, criticó la medida, afirmando que coloca a “Honduras en grave peligro” al provocar innecesariamente a Estados Unidos.
Olban Valladares, del Partido Innovación y Unidad, expresó su preocupación sobre cómo tal decisión podría empeorar la situación de los migrantes hondureños bajo una administración de Trump, diciendo: “Ella sabe que no tenemos la capacidad de amenazar a Estados Unidos de ninguna manera, y los daños que causaría a Honduras serían terribles.”
Implicaciones para las relaciones entre EE. UU. y Honduras
La posible retirada de las fuerzas militares de EE. UU. marcaría una ruptura significativa en la relación de larga data entre los dos países. La Base Aérea Soto Cano sirve como un pilar para los esfuerzos humanitarios y de seguridad de EE. UU. en Centroamérica, con su presencia “temporal pero indefinida” justificada por el Pentágono para misiones de lucha contra el narcotráfico y ayuda en desastres.
La Embajada de EE. UU. en Honduras y el Pentágono aún no han emitido respuestas formales. Sin embargo, se informa que Washington ha restado importancia a los comentarios, sugiriendo que son una reacción a la retórica de campaña más que a una política oficial de EE. UU.
Crisis de Migración en Centroamérica
En el centro de la disputa está la crisis de migración en curso. Decenas de miles de hondureños huyen de la violencia, la pobreza y la corrupción cada año, buscando refugio en los Estados Unidos. El programa de deportación propuesto por Trump tendría como objetivo revertir este flujo migratorio, enviando potencialmente a muchos de regreso a una nación que lucha con problemas endémicos. Castro enmarcó sus comentarios como una defensa de “nuestros hermanos” contra una “actitud hostil” de Washington.
¿Qué Sigue?
A medida que la política de la administración Trump sobre Centroamérica toma forma tras la inauguración, el riesgo de tensiones crecientes sigue siendo alto. Para Honduras, las apuestas son inmensas. La expulsión de fuerzas estadounidenses podría desestabilizar su ya frágil panorama de seguridad, pero ceder a las políticas de deportación masiva de Trump arriesga socavar la posición política de Castro y exponer al país a más conflictos internos. Los próximos meses revelarán si estas amenazas marcan el inicio de un enfrentamiento diplomático o un preludio a la negociación.