Los recientes comentarios de Donald Trump sobre tomar control de Groenlandia —ya sea a través de la compra o la fuerza— pueden captar titulares, pero los expertos dicen que la idea es una fantasía costosa que podría salir muy mal. A pesar del atractivo de la isla ártica como un punto caliente geopolítico y un tesoro mineral, Trump podría estar persiguiendo un espejismo caro.
Groenlandia: ¿Una joya estratégica o un pozo fiscal?
Con su vasta extensión ártica y su ubicación militar estratégica, Groenlandia parece ser una adquisición soñada. Pero la realidad es mucho más compleja. El territorio autogobernado, hogar de solo 56,000 personas, depende en gran medida de Dinamarca, que cubre casi la mitad del presupuesto de Groenlandia —una factura anual que varía entre 750 millones y 1,000 millones de dólares.
“A Donald Trump no le gustan los malos tratos, ¿verdad?” bromeó Jon Rahbek-Clemmensen, un profesor del Real Colegio de Defensa Danés. “Groenlandia es un municipio de tamaño mediano muy caro.”
EE. UU. Ya Tiene Todas las Cartas
Las ambiciones de Trump pasan por alto un hecho crítico: EE. UU. ya está obteniendo todo lo que quiere de Groenlandia.
- Presencia Militar Estratégica: La Base Espacial Pituffik (anteriormente conocida como la Base Aérea de Thule) proporciona capacidades esenciales de vigilancia y alerta temprana, reforzando el dominio de EE. UU. en el Ártico.
- Acceso a Minerales Sin Propiedad: El gobierno de Groenlandia busca activamente inversores estadounidenses para proyectos de minería sostenible, asegurando el acceso a valiosos minerales de tierras raras sin necesidad de soberanía.
- Bloqueo de la Influencia China: A instancias de Washington, Dinamarca ya ha bloqueado a empresas estatales chinas de proyectos de infraestructura crítica, como aeropuertos, en la isla.
“EE. UU. ya está obteniendo lo que quiere. Y es barato,” añadió Rahbek-Clemmensen.
El Espejismo de la Riqueza Mineral de Groenlandia
Si bien los casquetes de hielo en Groenlandia han revelado depósitos de minerales de tierras raras, cobre, plata y otros recursos valiosos, la realidad es menos prometedora. La mayoría de los proyectos requieren una inversión masiva, años de desarrollo y conllevan preocupaciones ambientales significativas.
La mina Kuannersuit, un importante sitio de tierras raras, ha estado envuelta en controversia debido a su contenido de uranio. El gobierno de Groenlandia bloqueó su explotación, lo que provocó una demanda de $11 mil millones por parte de la empresa titular de la licencia.
El Primer Ministro Múte Egede enfrenta un delicado acto de equilibrio. Mientras que la minería podría proporcionar la independencia financiera que Groenlandia necesita para liberarse de Dinamarca, las preocupaciones ambientales pesan mucho en la mente de los votantes. Egede ha insinuado un próximo referéndum sobre la independencia, lo que añade incertidumbre.
La Diplomacia Calculada de Frederiksen
La Primera Ministra danesa Mette Frederiksen ha adoptado un enfoque astuto ante los comentarios de Trump. Al desestimar su anterior intento de comprar Groenlandia como «absurdo» pero absteniéndose de una condena abierta esta vez, Frederiksen ha dejado la puerta abierta a una cooperación mejorada entre EE. UU., Dinamarca y Groenlandia en el Ártico.
“Cuando la tormenta haya pasado, puede que EE. UU. y Groenlandia puedan negociar una nueva forma de cooperación”, dijo el periodista danés Ole Ellekrog.
Un Acuerdo que Trump No Necesita
La obsesión de Trump con Groenlandia podría derivar de su creciente importancia en la geopolítica global, pero los expertos coinciden en que EE. UU. ya está ganando en el Ártico sin asumir las cargas financieras y políticas de la propiedad. Intentar anexar Groenlandia, ya sea económica o militarmente, arriesgaría alienar a los aliados, avivar el resentimiento local y sumergir a Washington en una empresa costosa con poco retorno.
El tablero de ajedrez ártico ya está apilado a favor de América — pero la jugada de Trump podría voltear completamente el tablero.