En un descubrimiento revolucionario, los científicos han desenterrado huellas fósiles a lo largo de las antiguas costas de un lago en Kenia, revelando que dos especies de homínidos coexistieron aproximadamente hace 1.5 millones de años. Estas huellas pertenecen a Homo erectus y Paranthropus boisei, proporcionando información invaluable sobre las vidas de nuestros antiguos parientes y reconfigurando nuestra comprensión de la evolución humana.
Los hallazgos notables iluminan cómo estos homínidos navegaron su existencia en la antigua África. El equipo de investigación sugiere que si los individuos que hicieron estas huellas no se superpusieron directamente en el sitio, habrían cruzado caminos en cuestión de horas. Esta revelación desafía las suposiciones previas sobre la separación espacial y temporal entre diferentes especies de homínidos durante este período.
Rebecca Ferrell, directora de programa en la Fundación Nacional de Ciencias, expresó su entusiasmo por este descubrimiento, afirmando: «El equipo utilizó tecnologías de imagen 3D de vanguardia para crear una forma completamente nueva de observar las huellas, lo que nos ayuda a entender la evolución humana y los roles de la cooperación y la competencia en la configuración de nuestro viaje evolutivo.»
Homo erectus había salido de África hasta el este de Asia, mientras que otro estudio reciente propuso que Homo floresiensis (comúnmente conocido como «hobbits») descendió de Homo erectus en Java. Vale la pena señalar que Homo erectus sobrevivió hasta hace aproximadamente 110,000 años, mientras que P. boisei se extinguió hace alrededor de 1.2 millones de años, poco después de dejar sus huellas en la antigua orilla del lago en Kenia.
Las huellas fueron descubiertas por un equipo liderado por la paleontóloga Louise Leakey en 2021 y posteriormente excavadas durante el verano siguiente. Kevin Hatala, un biólogo evolutivo de la Universidad de Chatham y autor principal del artículo, explicó que estas huellas representan los únicos dos homínidos conocidos del área de Turkana durante este período de tiempo específico. Si bien es posible que Homo habilis también haya vivido junto a ellos pero aún no se ha descubierto, por ahora, la evidencia sugiere que las huellas fueron hechas por H. erectus y P. boisei.
Homo erectus es ampliamente considerado un ancestro de Homo sapiens; sin embargo, Paranthropus presenta una narrativa diferente. Este pariente humano extinto poseía una estructura facial robusta y los dientes más grandes entre los primates. El año pasado, los investigadores encontraron herramientas de tres millones de años junto a restos de Paranthropus, lo que indica que nuestros parientes homínidos pueden haber estado involucrados en actividades de carnicería mucho antes de que aparecieran los humanos anatómicamente modernos.
Tanto Homo erectus como P. boisei eran especies bípedas—caminando sobre dos piernas—y demostraron agilidad en sus movimientos. Ambos frecuentaban la antigua costa del lago cerca del Lago Turkana, que servía como un recurso vital para su supervivencia.
Craig Feibel, un antropólogo de la Universidad de Rutgers y coautor del estudio, enfatizó la importancia de este descubrimiento al afirmar: «Esto prueba más allá de cualquier duda que no solo uno, sino dos homínidos diferentes estaban caminando sobre la misma superficie, literalmente dentro de horas el uno del otro… La idea de que vivieron contemporáneamente puede no ser una sorpresa. Pero esta es la primera vez que se demuestra.»
Aunque está bien establecido que varias especies de homínidos coexistieron con los primeros Homo sapiens—incluyendo neandertales, denisovanos y el propio H. erectus—encontrar evidencia de su presencia simultánea en el mismo entorno sigue siendo raro. Sin embargo, la hibridación entre Homo sapiens y estos otros homínidos ha sido confirmada a través de análisis genéticos.
Este reciente descubrimiento se basa en instancias previas donde se ha encontrado evidencia de la coexistencia de Homo erectus y P. boisei. En 2020, se encontró un casco craneal perteneciente a un niño de H. erectus junto a restos craneales de P. boisei en el sitio Drimolen de Sudáfrica, parte del complejo de la Cuna de la Humanidad.
William Harcourt-Smith, un paleoantropólogo del Museo Americano de Historia Natural, destacó las implicaciones conductuales de esta coexistencia en un artículo de Perspectivas adjunto. Señaló que, basándose en la proximidad de las diferentes huellas, es probable que H. erectus y P. boisei vivieran en estrecha proximidad geográfica y tuvieran una competencia mínima entre ellos debido a sus dietas y historias de vida distintas.
Más evidencia fósil tiene el potencial de desentrañar más misterios en torno a las interacciones entre especies de homínidos antiguos que compartieron no solo una línea de tiempo, sino también un espacio geográfico. Quedan muchas preguntas sobre cómo estos homínidos utilizaron su entorno e interactuaron entre sí. Sin embargo, este sitio fósil recientemente estudiado sirve como una ventana extraordinaria a la historia de nuestro árbol genealógico.