Las fuerzas armadas británicas están lidiando con una crisis de personal en profundización, ya que los soldados continúan abandonando a tasas alarmantes a pesar de un aumento salarial aprobado por el gobierno en 2024. La situación amenaza la preparación operativa de las fuerzas armadas del Reino Unido y plantea preguntas sobre su capacidad para responder a conflictos a gran escala.
El Aumento de la Deserción Supera la Contratación
En el año que conduce a octubre de 2024, alrededor de 15,000 soldados salieron de las fuerzas armadas, con más de la mitad abandonando voluntariamente, según un informe de The Telegraph. En contraste, los esfuerzos de reclutamiento solo lograron incorporar a 12,000 nuevos efectivos, creando una pérdida neta en la fuerza. Por primera vez en la historia británica, hay solo dos miembros en servicio activo por cada 1,000 ciudadanos, lo que subraya la magnitud de la crisis de mano de obra.
El Aumento Salarial No Aborda los Problemas Fundamentales
En julio, el gobierno del Reino Unido anunció un aumento salarial del 6% para el personal de las fuerzas armadas — el mayor aumento salarial en más de 20 años. La medida tenía como objetivo contrarrestar el éxodo de soldados y mejorar la moral. Sin embargo, el ejército sigue siendo uno de los sectores peor pagados entre los funcionarios civiles del Reino Unido, lo que disminuye el impacto del aumento.
El Secretario de Defensa, John Healey, reconoció la importancia del aumento salarial, afirmando:
“Este aumento salarial beneficiará a cada miembro de las Fuerzas Armadas. Es un paso importante hacia la recuperación de la moral en declive y la crisis de reclutamiento que hemos enfrentado en los últimos años.”
No obstante, problemas sistémicos como las malas condiciones de vida, la baja moral y la limitada progresión profesional persisten, llevando a los soldados a buscar mejores oportunidades en otros lugares.
Las Fuerzas Armadas en Reducción
El Ministerio de Defensa del Reino Unido (MoD) informó que el personal activo de las fuerzas militares en enero de 2024 se situó en solo 75,983, la cifra más baja desde las Guerras Napoleónicas de 1815. Las proyecciones indican que el tamaño de la fuerza disminuirá aún más a 73,000 para 2025, ya que el gobierno prioriza la modernización sobre el mantenimiento de los números de tropas.
El General Sir Patrick Sanders, ex Jefe del Estado Mayor, lanzó la alarma a principios de este año, advirtiendo que las fuerzas armadas son ahora “demasiado pequeñas para sobrevivir a una guerra”. Destacó las preocupaciones sobre la capacidad de Gran Bretaña para sostener conflictos prolongados, señalando la situación en Ucrania como un ejemplo de advertencia.
Preocupaciones Parlamentarias y Públicas
La situación ha provocado críticas por parte de legisladores y analistas de defensa, con muchos argumentando que el ejército británico no está preparado para la guerra a gran escala. Los desafíos de reclutamiento, agravados por la escasez de reservas esenciales, han dejado a las fuerzas armadas luchando por cumplir con sus compromisos estratégicos.
¿Qué Necesita Cambiar?
Los expertos argumentan que el aumento salarial es solo una solución parcial. Abordar las condiciones de vida, las trayectorias profesionales y los problemas de moral es crucial para reconstruir la confianza dentro de las filas y atraer nuevos reclutas. Además, invertir en equipo y preparación logística asegurará que el ejército pueda satisfacer sus demandas operativas.
El Reino Unido también debe equilibrar sus esfuerzos de modernización con el mantenimiento de un número suficiente de tropas, ya que la automatización y la tecnología avanzada no pueden reemplazar por completo la mano de obra en conflictos a gran escala.
Una Advertencia Clara
A medida que las fuerzas armadas británicas se acercan a sus números más bajos en siglos, la nación enfrenta una pregunta urgente: ¿cómo reconstruir un ejército capaz de responder a las amenazas modernas mientras se asegura el bienestar y la satisfacción de su personal? Sin reformas rápidas y completas, el ejército corre el riesgo de volverse “no apto para la guerra”, como han advertido los críticos.