Austria se encuentra en una encrucijada, con el espectro del liderazgo de extrema derecha acechando por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. El canciller interino Alexander Schallenberg se ha apresurado a Bruselas para calmar los temores de la UE, mientras que el pro-Rusia Herbert Kickl, líder del Partido de la Libertad (FPÖ) de extrema derecha, intenta formar un gobierno tras las elecciones de septiembre que dejaron al país en un caos político.
«Momentos Difíciles»: Schallenberg Busca Reasegurar a la UE
Schallenberg, quien asumió como canciller interino tras la renuncia de Karl Nehammer, no perdió tiempo en abordar las preocupaciones en Bruselas. En una reunión con el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, la jefa de asuntos exteriores, Kaja Kallas, y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, prometió que Austria seguiría siendo un firme defensor de los valores europeos.
“El estado de derecho, la separación de poderes, los derechos fundamentales y el derecho internacional son innegociables,” insistió Schallenberg. También se comprometió a que el apoyo a Ucrania y otras líneas rojas de la UE serían centrales en cualquier acuerdo de coalición.
La urgencia de su visita refleja la gravedad del cambio político en Austria. El FPÖ, un partido pro-Rusia y euroescéptico con raíces en la ideología nazi, está más cerca que nunca de asegurar la cancillería tras el colapso de las negociaciones de coalición entre los partidos tradicionales.
El Ascenso de Kickl Alarma a Bruselas
El FPÖ de Kickl emergió como el partido más fuerte en las elecciones de septiembre, capitalizando narrativas populistas y el sentimiento anti-UE que recorre el continente. Inicialmente marginado por la corriente política principal de Austria, el camino del partido hacia el poder se abrió cuando las conversaciones entre el ÖVP de centro-derecha, los liberales y los socialistas fracasaron, lo que llevó al presidente austríaco Alexander Van der Bellen a invitar a Kickl a formar un gobierno.
La perspectiva de un canciller de extrema derecha representando a Austria en el Consejo Europeo ha enviado ondas de choque a través de Bruselas, donde los aumentos populistas en Hungría, Eslovaquia y los Países Bajos ya han tensado la unidad. Los líderes de la UE temen que la alineación de Austria con la agenda pro-Rusia y anti-Bruselas de Kickl pueda socavar la toma de decisiones colectiva y la solidaridad.
Las Instituciones Democráticas de Austria en el Punto de Mira
Schallenberg enfatizó la resiliencia de las instituciones democráticas de Austria, instando a la UE a tener fe en la capacidad del país para mantener los principios europeos. Sin embargo, la historia del FPÖ y el euroescepticismo vocal de Kickl han sembrado dudas sobre cuán efectivamente esas instituciones restringirán a un gobierno liderado por la extrema derecha.
El FPÖ ha servido anteriormente como socio de coalición menor, pero nunca antes ha estado tan cerca de asegurar el puesto más alto. Su ascenso subraya la creciente tracción de los movimientos nacionalistas en toda Europa, desafiando la visión de unidad y democracia liberal de la UE.
Bruselas Reacciona con Precaución
Los líderes europeos respondieron diplomáticamente a las garantías de Schallenberg. “Austria ha sido un estado miembro europeo muy comprometido, y confío en que eso continuará,” dijo el presidente del Consejo Europeo, Costa. La presidenta del Parlamento Europeo, Metsola, hizo eco de este sentimiento, centrándose en cómo la UE debe abordar las preocupaciones de los ciudadanos para contrarrestar la retórica populista.
Sin embargo, detrás de las declaraciones medidas, hay una palpable sensación de inquietud. La unión de Austria con Hungría y Polonia para desafiar las normas de la UE agravaría las divisiones existentes, debilitando potencialmente la posición del bloque en cuestiones críticas como Ucrania, la política climática y la aplicación del estado de derecho.
El Camino por Delante
El destino político de Austria ahora depende de la capacidad de Kickl para formar un gobierno. Mientras Schallenberg y los líderes convencionales prometen salvaguardar los valores europeos, el ascenso del FPÖ refleja tendencias más amplias que están reconfigurando el continente. Las próximas semanas determinarán si Austria sigue siendo un socio confiable de la UE o si toma un rumbo más antagonista.
Como lo expresó el propio Schallenberg, “Estos son tiempos difíciles.”