A medida que la Canciller británica Rachel Reeves vuela hacia Pekín, su misión de salvar la economía tambaleante del Reino Unido conlleva altos riesgos y mayores apuestas. Con la rivalidad entre EE. UU. y China intensificándose y Donald Trump regresando a la Casa Blanca, la apuesta diplomática de Reeves amenaza con desencadenar una reacción política que podría resonar a través del Atlántico y más allá.
Este viaje cuidadosamente cronometrado tiene como objetivo descongelar las frías relaciones entre el Reino Unido y China, revivir los lazos económicos y asegurar inversiones. Sin embargo, el movimiento podría provocar la ira de la próxima administración estadounidense, donde la postura dura de Trump contra China domina la agenda política. ¿Podría la apuesta de Reeves por ganarse el favor de Pekín resultar en un espectacular fracaso?
Viaje a China: ¿Salvavidas Económico o Campo Minado Político?
Ac acompañada por una pequeña delegación de pesos pesados financieros, incluidos el presidente de HSBC, Mark Tucker, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, el viaje de Reeves está diseñado para ser discreto. Sin embargo, su importancia es todo menos eso. La visita marca el primer Diálogo Económico y Financiero Reino Unido-China desde 2019, un signo de posible reconciliación tras años de relaciones tensas bajo el liderazgo conservador.
Las apuestas no podrían ser más altas. La economía del Reino Unido está tambaleándose, con los costos de endeudamiento alcanzando niveles de 1998 y la libra en caída libre. Reeves confía en reavivar los lazos económicos con la segunda economía más grande del mundo para estabilizar las finanzas de Gran Bretaña.
Pero el inminente regreso de Trump al poder proyecta una larga sombra. Conocido por su visión del mundo de suma cero, Trump ya ha insinuado que utilizará la fuerza militar y económica para desafiar a China. Un acercamiento a Pekín podría convertir a Gran Bretaña en un objetivo de la ira de Trump, amplificada por su megáfono en las redes sociales y su influencia en la política económica de EE. UU.
Los Riesgos de un Mundo de Dos Gorilas
Gran Bretaña se encuentra precariously atrapada entre dos superpotencias globales. Si bien las aproximaciones de Reeves a China podrían prometer recompensas económicas, también corren el riesgo de alienar a EE. UU., el mayor socio comercial único de Gran Bretaña. Las instituciones financieras de la City de Londres, críticas para la economía del Reino Unido, son muy conscientes de este delicado acto de equilibrio.
“China es un socio creciente e importante, pero EE. UU. es mucho más importante,” advirtió un cabildero bancario. “Todo lo que se necesita es que Trump lo note, y enfrentaremos otra tormenta de ataques.”
Incluso iniciativas aparentemente benignas como las finanzas verdes—un enfoque clave de la visita a Pekín—podrían provocar una reacción negativa de Washington, que favorece los combustibles fósiles bajo el liderazgo de Trump. Reeves debe proceder con cuidado para evitar ser pintado como blando con China en un momento en que los lazos transatlánticos son cruciales.
La Influencia de Pekín: La Mano Débil de Gran Bretaña
China, bien consciente de la desesperación económica de Gran Bretaña, tiene la ventaja en estas negociaciones. Reeves puede esperar emular la estrategia del ex Canciller George Osborne de convertir a Londres en un centro offshore para las finanzas chinas, pero los tiempos han cambiado. Los mercados de Pekín siguen siendo notoriamente difíciles de penetrar sin conexiones políticas, y el apalancamiento del Reino Unido es limitado.
“Pekín buscará capitalizar la presidencia de Trump para crear una brecha entre EE.UU. y el Reino Unido,” advirtió Sophia Gaston del Instituto Australiano de Política Estratégica. La necesidad de Reeves de obtener victorias rápidas puede jugar directamente en manos de China, lo que podría socavar la postura más amplia de Occidente sobre los derechos humanos y las preocupaciones de seguridad.
La Sombra de Trump
El viaje de Reeves no solo arriesga molestar a EE.UU., sino que también invita a un escrutinio directo por parte del mismo Trump. Con Elon Musk amplificando el mensaje de Trump en plataformas como X, el potencial de una reacción pública es enorme. Un solo tweet podría descarrilar la visita cuidadosamente orquestada de Reeves, creando una tormenta que socave la credibilidad económica y diplomática de Gran Bretaña.
No se trata solo de especulación; el comportamiento pasado de Trump sugiere que no dudará en atacar. “Tenemos a alguien que es increíblemente hostil a China entrando en la Casa Blanca,” dijo un experto financiero. El espectro de la reacción de Trump se cierne sobre la misión de Reeves en Pekín.
¿Puede Reeves entregar sin sacrificar la seguridad?
A pesar de su enfoque económico, el viaje de Reeves no puede eludir completamente las preocupaciones de seguridad. Los funcionarios del Reino Unido, que viajan con teléfonos desechables para evitar el espionaje chino, siguen siendo cautelosos ante las intenciones de Pekín. El Tesoro espera asegurar el acceso para los servicios legales británicos y las exportaciones agrícolas, pero el objetivo principal es evitar quedar atrapados en el fuego cruzado de las tensiones entre EE. UU. y China.
Mientras Reeves busca revivir los lazos financieros con Pekín, su gobierno aún no ha resuelto las disputas internas sobre cómo manejar la creciente influencia de China. Escándalos recientes, incluyendo una controversia de espionaje que involucra al Príncipe Andrés y a un empresario chino, destacan las complejidades de navegar esta relación tensa.
Conclusión: Una apuesta de alto riesgo
La visita de Reeves a China es un movimiento audaz en un momento crítico para Gran Bretaña. Si bien el potencial económico es innegable, los riesgos geopolíticos son inmensos. Al involucrarse con Pekín, Reeves espera estabilizar la economía británica y posicionarla como un jugador neutral entre dos superpotencias. Sin embargo, esta estrategia arriesga enojar a Trump y alienar a aliados clave en Washington y Bruselas.
Para Reeves, el éxito de este viaje depende no solo de asegurar ganancias económicas tangibles, sino también de evitar una reacción política que podría socavar la credibilidad de su gobierno. La pregunta sigue siendo: ¿Puede Gran Bretaña caminar por la cuerda floja entre Pekín y Washington sin caer?