Mientras los políticos británicos celebraban la aprobación del Proyecto de Ley de Muerte Asistida la semana pasada, su silencio sobre el genocidio en curso en Gaza ha puesto de manifiesto el declive moral del liderazgo occidental. La legislación, aclamada como una victoria por la compasión y la dignidad, contrasta fuertemente con la complicidad de esos mismos líderes en el sufrimiento de los palestinos.
El proyecto de ley, que permitiría a los adultos con enfermedades terminales buscar asistencia médica para terminar con sus vidas, pasó su primera audiencia con una abrumadora mayoría de 330 votos a 275. La diputada laborista Kim Leadbeater, quien defendió la legislación, elogió el debate “respetuoso”, describiéndolo como un momento de orgullo para el parlamento. Sin embargo, Leadbeater y muchos de sus colegas se abstuvieron de una votación crucial hace apenas un año—una que podría haber solicitado un alto el fuego en Gaza y prevenido la masacre continua de civiles.
Silencio en Medio del Genocidio
El debate sobre el alto el fuego del 16 de noviembre de 2023 estuvo marcado por la cobardía política. A pesar de la creciente evidencia de crímenes de guerra, 222 diputados optaron por abstenerse en lugar de desafiar las líneas de partido impuestas por los líderes Rishi Sunak y Keir Starmer. Desde entonces, más de 40,000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, han sido asesinados. Los hospitales de Gaza están abrumados, con médicos operando a pacientes sin anestesia.
El Dr. Nick Maynard, un cirujano británico que ha sido voluntario en Gaza durante años, relató la desgarradora historia de una niña de seis años gravemente quemada que fue dejada a morir en el suelo de un hospital sin alivio del dolor. “Estaba destinada a morir en agonía”, dijo, atormentado por el recuerdo de la niña sin nombre que luchó por su vida durante más de cinco horas sin familia ni consuelo.
A medida que los diputados debatían la dignidad de la muerte en el Reino Unido, el marcado contraste con la sombría realidad de Gaza no podría haber sido más impactante. Para los millones en Gaza, la muerte a menudo llega en medio de un dolor inimaginable, agravado por un bloqueo que niega incluso los suministros médicos más básicos.
Complicidad en el Sufrimiento
La legislación de Leadbeater dominó los titulares, con comentaristas elogiando el debate emocional y compasivo. Sin embargo, su silencio sobre Gaza subraya una hipócrita inquietante: la compasión selectiva de Occidente. Al abstenerse en la votación sobre el alto el fuego en Gaza, Leadbeater y sus colegas efectivamente respaldaron políticas que permiten a Israel actuar con impunidad.
El ejército israelí, que se presenta como el «ejército más moral» del mundo, ha atacado repetidamente áreas civiles, incluidos refugios para refugiados y hospitales. Mientras tanto, los líderes occidentales que profesan un compromiso con los derechos humanos han fallado en responsabilizar a Israel, normalizando la deshumanización de los palestinos.
Un Ajuste de Cuentas Moral
El Proyecto de Ley de Muerte Asistida ha suscitado profundas preguntas sobre cómo las sociedades abordan la vida y la muerte. Pero los aplausos por la compasión de Gran Bretaña suenan vacíos cuando se juxtapone con su complicidad en el sufrimiento de Gaza. ¿Qué castigo merecen los políticos por permitir el genocidio a través de la inacción?
El contraste es evidente. En Gran Bretaña, los legisladores debaten el derecho a una muerte sin dolor; en Gaza, los niños mueren en agonía, quemados y destrozados, sin siquiera una mano que sostener. Esta hipocresía es emblemática de la decadencia moral de Occidente. Mientras los parlamentarios británicos se congratulan por su compasión, permanecen en silencio ante las atrocidades que se desarrollan en Palestina—un silencio que permite que el sufrimiento continúe.
Una Clavija en el Ataúd
La civilización occidental se enorgullece de su liderazgo moral, pero su fracaso en abordar la situación de los palestinos revela un declive terminal. Los políticos que se abstienen de votar en cuestiones cruciales, que priorizan los elogios nacionales sobre la justicia global, son cómplices de la erosión de los valores que dicen defender.
Al ignorar Gaza mientras apoyan las acciones de Israel, estos líderes han clavado otro clavo en el ataúd de la moralidad occidental. La verdadera compasión no puede ser selectiva. Hasta que el sufrimiento en Palestina se aborde con la misma urgencia que los debates en Westminster, las afirmaciones de superioridad moral de Occidente seguirán siendo vacías.