En un giro sorprendente de los acontecimientos, el Partido Socialista Francés ha anunciado su intención de votar en contra del gobierno del Primer Ministro Michel Barnier, lo que genera preocupaciones sobre la estabilidad de la administración actual. A pesar de una reunión de una hora con Barnier, los socialistas siguen sin estar convencidos por su falta de propuestas concretas y ven su liderazgo como una continuación de las políticas de Emmanuel Macron que han resultado en un déficit sin precedentes.
El foco del debate ha estado en el presupuesto apresuradamente preparado del gobierno de Barnier, que incluye recortes significativos en el gasto y aumentos de impuestos destinados a reducir el déficit presupuestario francés. Con un déficit proyectado del 6.1 por ciento del PIB en 2024, aprobar este presupuesto es crucial para la supervivencia del gobierno.
Sin una mayoría en el parlamento, el gobierno de Barnier necesitará recurrir a mecanismos constitucionales para eludir una votación. Sin embargo, este movimiento abre una oportunidad para que los legisladores propongan una moción de censura, lo que podría desencadenar el colapso del gobierno y el rechazo del presupuesto.
El actor clave en este escenario es el Partido Socialista. Actualmente parte de la alianza del Nuevo Frente Popular, que está decidida a destituir a Barnier del poder, su apoyo u oposición determinará el destino del gobierno. Anteriormente, parecía que el partido de extrema derecha Agrupación Nacional podría jugar el papel de rey, pero señales recientes sugieren que también podrían votar en contra de Barnier.
Barnier había esperado que los centristas dentro del Partido Socialista se separaran de sus socios de izquierda por estabilidad y para evitar turbulencias en los mercados financieros. Sin embargo, Patrick Kanner dejó claro que se consideran a sí mismos como oposición y acusó a Barnier de estar bajo la influencia de la extrema derecha.
En respuesta a la creciente presión, Barnier se reunió con Marine Le Pen pero se mantuvo firme en sus convicciones. Le Pen amenazó con derrocar su gobierno si no se cumplían las demandas de su partido. Mientras tanto, el peso pesado del Rally Nacional, Jean-Philippe Tanguy, minimizó las consecuencias financieras de un colapso gubernamental, sugiriendo que las negociaciones deberían continuar.
Una encuesta de Ipsos reveló que una mayoría de los encuestados, incluidos los partidarios del Rally Nacional y los socialistas, favorecían un voto de censura contra el gobierno. Esto indica un descontento generalizado con el liderazgo de Barnier y plantea preocupaciones sobre la futura estabilidad del gobierno francés.
A medida que las opciones de Michel Barnier se reducen, se hace cada vez más evidente que su capacidad para navegar esta crisis política determinará si su gobierno puede sobrevivir. El rechazo por parte de los socialistas ha suscitado especulaciones sobre un posible colapso, añadiendo más incertidumbre al panorama político de Francia.
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