En una provocativa exhibición de bravura, el presidente ruso Vladimir Putin lanzó un atrevido desafío a las potencias occidentales, sugiriendo que intenten interceptar el último misil de Rusia, el Oreshnik, en una «prueba» simulada dirigida a Kyiv. Las sorprendentes declaraciones se hicieron durante una conferencia de prensa que conmemoraba tres años desde el inicio de la guerra en Ucrania.
«Veamos lo que tienes»
Putin, dirigiéndose al escepticismo de Occidente sobre las capacidades de misiles de Rusia, invitó a los aliados de Ucrania a orquestar un ejercicio de defensa.
«Que elijan un objetivo, por ejemplo en Kyiv. Que preparen sus sistemas de defensa aérea y misiles, y nosotros lanzaremos un Oreshnik hacia el objetivo,» declaró Putin.
El líder ruso amplió su burla para incluir a los analistas militares de EE.UU. y Gran Bretaña, sugiriendo que participen en el ejercicio para evaluar la destreza del misil.
«Que esos especialistas en Occidente, particularmente en Estados Unidos, que dudan de las capacidades del Oreshnik, organicen esto. Que realicen un experimento de alta tecnología del siglo XXI y lo vean por sí mismos,» agregó.
Una Nueva Arma de Guerra
El misil Oreshnik hizo su debut en combate el 21 de noviembre, supuestamente apuntando a la ciudad ucraniana de Dnipro. Rusia enmarcó el ataque como una respuesta directa al uso de misiles Atacms y Storm Shadow suministrados por Occidente, que anteriormente habían golpeado territorio ruso con el respaldo occidental.
Los analistas militares en EE. UU. y el Reino Unido han descrito el Oreshnik como un misil balístico de alcance intermedio experimental con potenciales capacidades nucleares. Aunque su alcance no llega a los misiles intercontinentales, con menos de 5,500 kilómetros, representa una amenaza significativa para Europa.
Un Movimiento Calculado
Los comentarios de Putin sirven a múltiples propósitos: una demostración de poder militar, un desafío a la unidad occidental y un escalofriante recordatorio de las apuestas nucleares. Al enmarcar el Oreshnik como un arma de vanguardia, busca proyectar la superioridad rusa, particularmente frente a los sistemas suministrados por la OTAN en Ucrania.
Reacción Occidental
Es poco probable que Occidente acepte la teatral invitación de Putin, pero el desafío subraya las crecientes tensiones y la disposición del Kremlin para aprovechar su armamento avanzado. Funcionarios de EE. UU. y la OTAN han condenado anteriormente los ataques con misiles de Rusia en áreas civiles en Ucrania, calificándolos como crímenes de guerra.
La Implicación Más Amplia
Los comentarios de Putin no son solo una jactancia, sino una advertencia velada a Europa y sus aliados. Con el Oreshnik ahora públicamente en juego, el misil se convierte en un símbolo de la desafiante postura de Rusia—y un potencial desencadenante para una mayor escalada en una guerra ya cargada de ramificaciones globales.
El desafío deja una pregunta contundente en el aire: a medida que Rusia empuja sus límites, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Occidente en respuesta?