El canciller alemán Olaf Scholz está bajo una intensa presión política mientras navega un paquete de ayuda militar de €3 mil millones para Ucrania, arriesgando repercusiones electorales y una crisis fiscal mientras los críticos lo acusan de estar estancado. Con su Partido Socialdemócrata (SPD) con un desalentador 15% en las encuestas antes de las elecciones del 23 de febrero, Scholz enfrenta un difícil acto de equilibrio entre las obligaciones internacionales y la reacción interna.
Un Delicado Acto de Equilibrio
El paquete de ayuda propuesto de €3 mil millones es el más grande de Alemania para Ucrania y crucial para la lucha de Kyiv contra Rusia. Pero la cautela de Scholz, junto con la disminución de la popularidad de su partido, ha convertido esto en un tema políticamente complicado. Hablando en la campaña, Scholz argumentó que ampliar la ayuda militar requiere decisiones difíciles: “Si haces eso, también tienes que decir de dónde viene el dinero.”
Scholz rechazó firmemente recortar pensiones, financiación de gobiernos locales o proyectos de infraestructura para financiar el paquete. En cambio, propuso emitir nueva deuda—una postura controvertida en Alemania, donde el conservadurismo fiscal reina supremo. “Financiaremos esto por separado a través de préstamos,” declaró Scholz, desafiando a los partidos de oposición a repensar su resistencia a endeudarse.
Creciente Crítica
La vacilación de Scholz ha atraído críticas de todos lados. Los críticos de los Demócratas Cristianos (CDU), Verdes y Demócratas Libres (FDP) lo acusan de retrasar el apoyo crítico a Ucrania. El líder del CDU, Friedrich Merz, advirtió: “Si nuestro apoyo a Ucrania se debilita, entonces esta guerra durará más. Si es consistente, entonces terminará antes.”
Mientras tanto, la legisladora de alto rango de los Verdes, Agnieszka Brugger, criticó la falta de progreso, diciendo: “El paquete debería haberse presentado al ministerio de finanzas hace mucho tiempo, según el plan original.”
El retraso también plantea preguntas sobre la reputación de Alemania como un aliado confiable. El Ministro de Defensa, Boris Pistorius, quien visitó Kyiv a principios de esta semana, llegó con poco que ofrecer más allá de una promesa de 60 misiles interceptores IRIS-T, financiados por 60 millones de euros que aún esperan aprobación.
La Apuesta Política de Scholz
Las apuestas son altas para Scholz, cuyo SPD está rezagado frente al CDU/CSU e incluso ante la extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en las encuestas. Muchos votantes del SPD siguen siendo escépticos sobre la escalada de la ayuda militar o la adopción de medidas anti-Rusia, un sentimiento que complica la posición de Scholz.
Esta cautela contrasta marcadamente con su liderazgo anterior en el armamento de Ucrania, donde Alemania ha contribuido con el 16% de toda la ayuda, solo superada por Estados Unidos. Sin embargo, Der Spiegel informó la semana pasada que Scholz ha estado bloqueando el paquete actual—una revelación que socava aún más su credibilidad.
El Tiempo se Agota
Con el apoyo de todos los partidos para el paquete de ayuda, el estancamiento parece menos sobre el consenso y más sobre el tiempo. Analistas como Guntram Wolff del think tank Bruegel dudan que el acuerdo se firme antes del 23 de febrero. “Incluso procedimentalmente eso sería difícil,” observó Wolff, destacando los obstáculos burocráticos.
Un Legado en la Balanza
La indecisión de Scholz sobre el paquete de 3 mil millones de euros subraya la cuerda floja que camina entre las expectativas internacionales y la supervivencia política interna. Mientras algunos ven su cautela como pragmática, otros la consideran un fracaso de liderazgo en un momento en que se necesita una acción decisiva.
Para Ucrania, la demora señala incertidumbre en lo que ha sido una alianza firme. Para Scholz, puede resultar un momento definitorio en una campaña que apenas puede permitirse perder.