Recientemente, la escena del tenis fue testigo de un emocionante cambio cuando Mirra Andreeva, una estrella adolescente en ascenso, se coronó como la campeona más joven de la historia en el ‘WTA 1000’ en el Abierto de Dubái. Sin embargo, este gran logro palidece al compararse con el telón de fondo de un evento aún más significativo, que ocurrió hace un cuarto de siglo. A la tierna edad de 17 años, una joven de Florida, Serena Williams, sorprendió al mundo al convertirse en la primera mujer afroamericana en asegurar un título de Grand Slam (GS) en la Era Abierta. Ahora un nombre conocido y un ícono del tenis, Williams recientemente hizo un viaje por el camino de la memoria, recordando este momento histórico en Flushing Meadows.
El camino hacia este logro trascendental comenzó con Richard Williams, el padre de Serena. En 1979, vio a la leyenda del tenis rumana Virginia Ruzici ganar un premio de $40,000, una suma que eclipsaba su ingreso anual. Ese momento encendió un audaz sueño en él: sus hijos aún no nacidos dominarían el deporte que en ese momento conocía tan poco.
Avanzando a mediados de la década de 1990, las hermanas Williams hicieron su debut profesional, causando inmediatamente revuelo. Pero fue la predicción de Richard para su hija menor la que realmente cautivó al mundo. Afirmó que Serena eclipsaría a todas, y así lo hizo en el Abierto de EE. UU. de 1999. Con solo 17 años, Serena comenzó su legendario viaje, asegurando su primer trofeo de Grand Slam y validando la fe de su padre en ella.
El camino de Serena hacia la gloria fue nada menos que épico. Ella derrotó a titanes del tenis como Kim Clijsters, Conchita Martínez, Monica Seles y la campeona reinante Lindsay Davenport. La guinda del pastel fue su enfrentamiento definitivo con Martina Hingis, un talento de 18 años que se esperaba que ganara la final. Sin desanimarse, Serena desató su formidable poder, gracia y determinación temeraria, reclamando una victoria de 6-3, 7-6 (7-4). Este triunfo la convirtió en la primera mujer negra estadounidense en ganar un GS de individuales desde Arthur Ashe en 1975 y la primera mujer negra estadounidense en asegurar un título importante desde Althea Gibson en 1958.
Avancemos hasta hoy, 25 años después, Serena reflexiona sobre este logro groundbreaking. Ella participa en una tendencia llamada ‘It Girl’, compartiendo una icónica foto retro de sí misma a los 17 años en Instagram, recordándole al mundo la historia que hizo.
A pesar de sus numerosas victorias y récords, un factor constante en el viaje de Serena ha sido su padre, Richard. Su fe inquebrantable y apoyo constante sentaron las bases para sus incomparables 23 triunfos en Grand Slam. La serie documental producida por ESPN, «In the Arena: Serena Williams,» presenta un emotivo clip de Richard reflexionando sobre el extraordinario legado de su hija.
Otra persona clave en el camino de Serena hacia la gloria del US Open 1999 fue Rick Macci, su entrenador de la infancia. El camino hacia la grandeza de las hermanas Williams comenzó en 1991 bajo la guía de Macci. Durante cuatro años, él cultivó su excepcional talento antes de que Richard asumiera su entrenamiento en 1995. La influencia de Macci fue tan profunda que fue inmortalizada en la película «King Richard.»
En una entrevista, Macci recordó su primer encuentro con los dos prodigios del tenis, enfatizando que Richard exigía más que un simple entrenador; quería un modelo a seguir, una figura paterna, un mentor. Y Macci cumplió. Fue la fuerza impulsora detrás de la grandeza de Serena. Su visión, sacrificio y firme creencia jugaron un papel significativo en la formación de Serena como la campeona que es hoy, un legado que resonará en el mundo del tenis por generaciones.