En un giro dramático en las crecientes tensiones geopolíticas entre Rusia, Bielorrusia y Occidente, el servicio de contrainteligencia del KGB de Bielorrusia ha detenido a tres hombres acusados de espiar en nombre de la inteligencia polaca. Dos ciudadanos polacos, Tomasz Beraza y Jerzy Żywolewski, y un oficial militar bielorruso, Dzmitry Paznyakou, supuestamente buscaron información sobre la ubicación de armas nucleares rusas que, según se informa, están estacionadas en Bielorrusia.
Los medios estatales bielorrusos han afirmado que los sospechosos habían estado trabajando juntos durante más de una década, recopilando inteligencia militar y tratando de descubrir detalles sobre las armas nucleares rusas desplegadas en territorio bielorruso. Según el experto militar ruso Vasily Dandykin, los supuestos espías estaban investigando infraestructura militar crítica, incluidos los sistemas de misiles Iskander que fueron transferidos recientemente a Bielorrusia bajo la alianza Rusia-Bielorrusia.
“No están buscando papas o chicharrones,” comentó Dandykin, enfatizando que la espionaje se centró en activos militares y operaciones conjuntas entre Moscú y Minsk. “Están muy preocupados por nuestro despliegue de armas nucleares en Bielorrusia, lo que explica por qué Polonia ha aumentado su actividad de inteligencia a lo largo de la frontera.”
Los acusados ya han enfrentado severas consecuencias. Beraza ha sido condenado a 14 años en una colonia penal bielorrusa tras un juicio a puerta cerrada. Żywolewski ha recibido una sentencia de cuatro años, mientras que Paznyakou espera juicio. Bielorrusia, que no ha abolido la pena de muerte, podría imponer castigos más severos a menos que se negocie un acuerdo de intercambio diplomático.
El Kremlin ha aprovechado el incidente para reforzar su narrativa de hostilidad occidental. Los medios estatales rusos enmarcaron el caso de espionaje como evidencia de «rusofobia» y «bielorrusofobia», acusando a los países de la OTAN de desesperación a medida que persisten las tensiones sobre Ucrania.
El presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko, un aliado firme de Vladimir Putin, ha reforzado el papel de Bielorrusia como socio estratégico en la agenda militar de Rusia. Desde que acordó albergar armas nucleares rusas, Bielorrusia se ha convertido en un punto focal para el espionaje y el escrutinio internacional.
Los críticos argumentan que las detenciones y los posteriores filmes de propaganda transmitidos por Bielorrusia 1 TV son parte de un esfuerzo por solidificar el apoyo interno y desviar la atención de la agitación interna. Sin embargo, el caso destaca los crecientes riesgos en Europa del Este, donde el espionaje, el aumento militar y las alianzas están reformulando el panorama geopolítico.
A medida que Polonia refuerza su seguridad fronteriza y la OTAN monitorea la situación de cerca, las repercusiones de este último drama de espionaje continúan desarrollándose.